El término Biodanza fue creado a partir de una vasta elaboración semántica. El prefijo “Bio” deriva del término Bios que significa vida. La palabra “danza” en la acepción francesa significa movimiento integrado. La metáfora seria: “Biodanza, danza de la vida”.
Rolando Toro define a la Biodanza como “un sistema de integración afectiva, renovación orgánica y reaprendizaje de las funciones originarias de vida, basado en vivencias inducidas por la danza, la música, el canto y situaciones de encuentro en grupo.” (1986). Su propuesta consiste en activar, mediante ciertas danzas, potenciales afectivos y de comunicación que conecten consigo mismos, con los semejantes y con la naturaleza.
Propone un método preciso para provocar “vivencias integrativas” capaces de expresar la identidad, modificar el estilo de vida y restablecer el orden biológico. Para entender un poco más su definición detallo sus principales conceptos:
Las danzas se desarrollan teniendo en cuenta las cinco líneas de vivencia, se las considera como funciones instintivas, expresiones de la identidad de cada individuo. Cada línea de vivencia se relaciona con las demás y juntas interactúan produciendo un efecto saludable y valioso en la salud y la integración completa de la persona, física, mental, social, ecológica. Las líneas son Vitalidad, Afectividad, Creatividad, Trascendencia y Sexualidad.
Podríamos decir que la clase de Biodanza se divide en dos momentos, un momento verbal y un momento dedicado al movimiento.
Momento verbal o llamado relato de vivencias, es el primer momento de encuentro que recrea el clima, ubica en el acontecer grupal presente.
La particularidad de este espacio es la posibilidad de expresarse, poner palabras a las emociones que generan las vivencias, reconocerlas legitimándolas sin restricciones ni prejuicios. Cada participante expresa su testimonio, hablando desde sí, de sus emociones, sentimientos, sus “darse cuenta”, su conocerse, además de escuchar abiertamente a sus compañeros de grupo. En este momento se experimenta la libertad de sentir y expresarse desde la emoción, creando una comunicación transparente que permite asumir y resolver desde el reconocimiento y respeto mutuo, las dificultades propias de toda interacción vincular. Es un momento de intimidad profundamente afectivo, consolida la matriz grupal crea el clima de confianza y compromiso que habilita la entrega para luego vivenciar danzando.
La adquisición de esta capacidad de comunicación vivencial es un indicador de evolución de proceso individual y grupal, que se traduce en la modificación de las relaciones cotidianas, familia, trabajo, etc. De esta manera se producen cambios en la comunicación, diálogo, afrontamiento de situaciones de conflicto para su resolución, reparación de vínculos afectivos que mejoran la calidad y estilo de vida de los participantes. El grupo se impregna con el vivenciar de la palabra íntima, se produce así la construcción colectiva de sentido, de conocimiento de sí y de los semejantes.
Danza como un conjunto de movimientos del cuerpo, seguidos colectiva o individualmente. No posee un fin estético y de espectáculo, sino más bien la danza en Biodanza es entendida como el movimiento natural pleno de sentido, desde la profunda vivencia de expresión. En este momento tienen relevancia la música y el grupo que junto con la consigna generan la vivencia, elemento esencial de la metodología de Biodanza. La música, como lenguaje universal, impacta en nuestra corporalidad y movimiento, generando así la danza. Es movilizadora de contenidos que favorecen los vínculos, la armonía y las vivencias integradoras.
Biodanza utiliza los elementos de unidad, tonalidad, ritmo, armonía y melodía de la música, “caracterizando ciertas músicas como de efecto ergotrópico, es decir, capaces de activar, elevar los niveles de vigilia y de atención, euforizar y energizar las relaciones con el medio. Otro grupo de músicas es de efecto trofotrópico, es decir, induce tranquilidad, reposo, armonía.”6 6 Toro Verónica, Terren Raúl. Biodanza Poética del encuentro. (1°ed) Buenos Aires-México Editorial Lumen. 2008 La participación en un grupo de Biodanza produce un nivel de autoconocimiento que invita al individuo a percibirse, y ampliar la percepción de su entorno.
La dinámica grupal posibilita desde la potencialidad creadora de la interacción, vivenciar el proceso personal de crecimiento y aprendizaje, sustentados por la red vincular de sus participantes. El grupo constituye la matriz social, nutricia que sostiene e impulsa a la persona en su evolución y en la transferencia de lo vivenciado a su cotidianeidad integrando el conocimiento, el hacer, las emociones, la concientización de la progresividad del proceso recorrido y los logros personales durante el mismo.
Cada integrante al ser receptivo a la música, a los ejercicios cenestésicos vivenciales y a la interacción grupal activa los distintos niveles de vida fisiológico, psicológico, espiritual, existencial Biodanza al vivenciar induce fenómenos de autorregulación para mantener al organismo en estado de equilibrio dinámico (homeostasis), constituye un valioso instrumento para estimular la salud. Promueve la conexión consigo mismo, registrando el poder deflagrador de la música, el placer del movimiento sutil, el goce desde las posibilidades actuales, apropiándose de las mismas, percibiendo los cambios en una adaptación creativa a los nuevos desarrollos y la conexión con los otros, actuando en los distintos niveles constitutivos del ser humano.