Personas altamente sensibles (PAS): características y pautas de actuación
Aproximadamente un 20% de la población tiene alta sensibilidad, es decir, que pueden tener algunas habilidades sensoriales y cognitivas más desarrolladas, y en otros muchos casos una mayor sensibilidad emocional y espiritual.
Estamos hablando de una mayor riqueza sensitiva y emocional, es decir, de unas facultades humanas más desarrolladas, pero que paradójicamente no son canalizadas de forma práctica sin “chocar” con el entorno, siendo a menudo estas personas etiquetadas como débiles, raras o incluso neuróticas, y sufriendo, además de algún trastorno emocional, problemas de incomprensión y de encaje social o laboral porque son “demasiado sensibles”, como si esto fuera un defecto, y en realidad no lo es o no debería serlo.
Además de no sentirse comprendidas y apoyadas, no pueden expresar la esencia de su ser más profundo, ni de sus más íntimos pensamientos.
Ello no les permite evolucionar libremente y se quedan estancadas, frustradas, sufriendo inseguridad y baja autoestima. Vulnerables. Incluso creyéndose culpables de ser como son... Y no. No debe ser así. Esas personas son realmente maravillosas y su belleza interior debería poder expresarse y ser valorada.
Conflicto entre lo que soy y lo que esperan de mí
De la misma forma que no todo el mundo sabe entender y apreciar una ópera romántica, un cuadro de Picasso, una poesía de José Luis Borges o El Lago de los Cisnes, tampoco todo el mundo es capaz de entender y apreciar la riqueza interior de las personas altamente sensibles. Y más en un mundo, en una sociedad, que prima lo superficial y lo material. Una sociedad en la que nada más nacer, empezamos a competir los unos con los otros, anulando voluntades y atrofiando potentes capacidades innatas, bajo el peyorativo calificativo de “sensiblerías” o “tonterías”. Sin duda el mundo debería ser mucho más humano de lo que es.
A la persona con alta sensibilidad le cuesta ser como los demás. Su “yo”, lo que realmente es y siente, y que es muy especial, está sujeto a los imperativos sobre el “mí”, -lo que los demás esperan de mí-. Si no hay equilibrio y armonía entre ambos, se produce una disonancia que puede degenerar en progresivos problemas y tensiones negativas, ya que no se encontrará bien imitando los comportamientos de otras personas o haciendo lo que los demás desean que haga. Es necesario desarrollar estrategias que permitan tener un “self” (la suma del “yo” y del “mí”), en el que se armonicen ambas esferas personales, y la persona pueda sentir que es realmente “ella”, manejando sin dificultad su expresión, comunicación y relación con cuanto le rodea.
Su dificultad para decir NO
Las personas altamente sensibles suelen tener una tendencia a ser idealistas, altruistas, bondadosas y profundas, pero al mismo tiempo pueden tener dificultades para decir no, para mantener sus límites, para manejar los conflictos o para imponerse. Puede que, para evitar el estrés y la ansiedad que les supone recibir ataques o incomprensión, se replieguen y se encierren en sí mismas, volviéndose solitarias, o puede que afronten sus tareas y responsabilidades pensando más en los demás que en ellas mismas, aunque se encuentren al límite de sus fuerzas y su persona, su potencial y su esencia, se vean anuladas.
Muchas mujeres con fibromialgia pertenecen a este grupo. Se sienten desbordadas, como si vivieran en una jaula que las aprisiona y cuyos barrotes las oprime, ocasionándoles dolor. Otras, sin embargo, conscientes de su potencial innato, de la importancia de dar salida a las necesidades emocionales o incluso espirituales, se abren camino, con gran lucha y esfuerzo, como maestras, educadoras, creadoras o inspiradoras de ideas y acciones, porque sienten su fuerza de su alma y ello les da coraje para vencer los obstáculos y transmitir lo mejor de sí mismas.
Otras personas, sin embargo, no logran conciliar sus temores y desconfianzas, son extremadamente susceptibles y esperan que los demás aprecien las mismas cosas que ellas, sin comprender que no todo el mundo puede estar a su mismo nivel, lo que le generará frustración, desilusión y dificultades para relacionarse de forma plena y estable.
Sentirse bien con uno mismo
Sea como sea, el desconocimiento y la desconsideración de la alta sensibilidad acarrean sufrimientos injustos e innecesarios. La persona con alta sensibilidad debe ser consciente de sus condiciones personales para entenderlas, saber cómo funcionan y cómo le afectan, para manejarlas y canalizarlas de forma positiva. Aceptarlas humildemente pero valorándolas positivamente para que los demás también las valoren positivamente. Aunque ello implique un esfuerzo, vale mucho la pena. Para sentirse bien y feliz uno mismo y con los demás. Para que los problemas no sean problema.