Reiki, ¿para los niños o para los padres?

Olga Valencia
26 Feb 2016
Reiki, ¿para los niños o para los padres?

El título hace referencia a mis dos artículos anteriores donde hablo de las indicaciones del reiki para los niños.

En esta ocasión quiero hablar sobre aquellas conductas o características de los niños que para ellos no suponen ningún problema, pero para los padres sí.

Un ejemplo muy corriente: muchos padres se ilusionan con tener un hijo varón o bien una niña. Incluso ya le tienen elegido el nombre y le han comprado ropita azul o rosa. Después nace lo que no se esperaba y se produce la gran decepción.

Más ejemplos:

El padre que, efectivamente, ha tenido el niño que tanto deseaba y se ilusiona haciendo proyectos sobre él de que le va a gustar el fútbol, lo apuntará al equipo del pueblo, lo irá a ver todos los partidos y luego verán juntos los partidos de la tele; después resulta que al niño lo que le gusta es quedarse en casa pintando cuentos y que es un patoso. O la madre que anhelaba una niñita encantadora, femenina, cariñosa y dócil para llevarla de compras, vestirla y peinarla y le sale una niña de carácter fuerte a quien lo que le gustan son los juegos de acción.

Otro ejemplo que cada vez se ve con más frecuencia es el de los padres separados o que que no se llevan bien, que ven defectos en la pareja que no pueden soportar; si el hijo se parece a ese progenitor en seguida surge la comparación: “tengo miedo a que sea igual que su padre”, “es que me recuerda a su padre y me produce rechazo”...

En todas esas situaciones, y otras mil similares, aparecen en los padres sentimientos de decepción y rechazo hacia los hijos; y, no nos engañemos, los niños son como un radar que capta perfectamente todos esos sentimientos. Ni qué decir tiene que eso les afecta negativamente en la formación de su personalidad y crea conflictos en la relación.

Hay padres que entonces llevan el niño a terapia para que deje de parecerse a su padre, sea más deportista o más dócil o más... a su gusto. ¿Esto es correcto?

¡NOOOO! Los que tienen que ir a terapia en ese caso son los padres: deben hacerse conscientes de los sentimientos que tienen hacia sus hijos, atreverse a ser muy sinceros al respecto, y a continuación, transformar esos sentimientos negativos en luz, con la ayuda del Reiki y la técnica de transformación energética.

Una vez conseguida la transformación, el padre/madre ha cambiado la energía que le relaciona con su hijo y éste, por contagio, también presenta cambios. Los cambios del uno refuerzan los cambios del otro, de manera que se produce una significativa mejora en la relación y, sin haber trabajado en absoluto con el niño, hemos conseguido ayudarle.