El regalo que esconden las emociones

15 Mar 2016
El regalo que esconden las emociones

Las emociones que experimentamos son activaciones fisiológicas que vienen dadas por un pensamiento en concreto.

A partir de un hecho determinado, damos una interpretación a lo sucedido, es esa interpretación la que hace que nos hace aflorar una emoción u otra. La dinámica de acción es la siguiente:

Vives una experiencia, haces una interpretación mental de la misma (dicha interpretación la llevamos a cabo en función de nuestro mapa mental, es decir, de cómo vemos la vida), y en función de dicha interpretación reaccionarás (llevarás a cabo una conducta) de una manera u otra.

Estas activaciones son tremendamente poderosas, siempre esconden un regalo, porque nos ayudan a conocernos mejor y a elegir la dirección que debemos de seguir.

Las emociones son como la brújula que nos indica el camino y cada una de ellas tiene un significado concreto, por ejemplo la tristeza nos señala que se ha producido una pérdida, bien sea, material, humana, de objetivos...

Cómo encontrar el regalo que esconden las emociones

El primer paso a dar en la búsqueda de ese tesoro oculto, será identificar cuál emoción en concreto estamos viviendo, en próximos artículos me referiré a cada una de ellas de una manera más extensa, dando una descripción completa para su correcta identificación.

El segundo paso una vez que sabes que estás sintiendo, es realizar un análisis profundo de la situación, qué fue lo que desencadenó que yo me sienta así, qué pensamiento tuve respecto a ello ¿Ese pensamiento me favorece o me bloquea? ¿Esta emoción qué me quiere decir? Todas tienen una intención, por ejemplo, la rabia nos suele dar una pista sobre la necesidad que tenemos de poner límites de una forma saludable a otras personas para no sentirnos "pisados". Es entonces cuando nos dan esa información el momento en el que debemos de actuar o pensar de otra manera, para que esto no se repita cada vez que ocurra un hecho similar.

El último paso y no menos importante es la aceptación, a veces, rechazamos esas sensaciones por ser poco placenteras, la rabia, el miedo o la vergüenza, son activaciones molestas, con las que no nos sentimos cómodos, por lo tanto, tratamos de negarlas y huir de ellas, con lo cual, de este modo, persistirán más a lo largo del tiempo y se instalarán en nosotros de forma continua (que es lo que suele ocurrir con la tristeza, que nos lleva a la depresión).

Por lo tanto, la clave está en aceptarlas, en pensar que tenemos derecho a sentirnos así y poder "mirarlas de frente", es decir, sentir lo que siento, poner mi foco de atención en todas las sensaciones, es entonces cuando, como por arte de magia desaparecerán.